miércoles, 17 de octubre de 2012

Fraudes sobre un mundo diferente, que no lo es tanto.

"Estuve recientemente en un viaje por Latinoamérica, y sólo lamenté no haber estudiado con más intensidad el latín durante la escuela para así poder conversar con aquellas gentes." 
Dan Quayle, ex-vicepresidente de EEUU.


Bestiario


Fuera de Europa, pululaban los monstruos, rugía el mar y ardía la tierra. Pocos viajeros habían sido capaces de atravesar el miedo. 
Al regreso contaron Odorico de Pordenone, que viajó desde el año 1314, (...) vio que en el África, los pigmeos se casaban y tenían hijos no bien cumplían seis meses de edad. 
Jean de Mandeville visitó algunas islas de oriente en 1356. Allí vio gente sin cabeza, que comía y hablaba por la boca abierta en el pecho, y también vio gente con un solo pie, que a veces servía de sombrilla o de paraguas. Otros tenían tetas y pene, o barba y vagina, y podían ser hombre o mujer a voluntad. Los habitantes de la isla de Tacorde, que sólo comían serpientes crudas. No hablaban. Silbaban.(...)
Eduardo Galeano. 


La historia está plagada de fraudes, y cuando se trata de lo desconocido los prejuicios y la imaginación se desborda.

Caníbales de Australia.



En 1898, Louis de Rougement relató en una conocida publicación una aventura que todos tomaron como auténtica durante mucho tiempo y según la cual, tras haber naufragado en las costas de Australia, había participado en festines de caníbales, se había construido una casa con conchas perlíferas, había mandado mensajes en seis lenguas utilizando pelícanos, y había cabalgado sobre tortugas de 270 kilos, entre otras cosas, incluyendo también el haberse curado de una fiebre durmiendo dentro de un búfalo muerto. Las sociedades científicas invitaron a Rougement a pronunciar conferencias sobre su aventura antropológica, y hasta publicó un libro que causó sensación, titulado "Treinta años entre los caníbales de Australia". Pero no paró aquí: cuando fue descubierta su farsa, viajó a África del Sur donde dictó algunas otras conferencias anunciándose como 'el mayor embustero del mundo'.
 

La picaresca española.


Un grupo de científicos de la Ahnenerbe (una entidad pseudocientífica alemana nazi) se trasladó a España para hacer un estudio sobre los descendientes de los colonos alemanes que repoblaron Sierra Morena en 1767 para fomentar la agricultura y parar el bandolerismo. 

El estudio era muy sencillo: a todos los paisanos que presentasen un certificado de nacimiento, expedido por la parroquia, en el que constara un apellido alemán le daban cinco pesetas por dejarse tallar y medir el cráneo. La noticia comenzó a correr como la pólvora:

Unos alemanes pagaban por dejarse medir el cráneo.

Y aquí interviene la picaresca española. Por una pequeña propina el sacristán emitía varios certificados de bautismo, para una misma persona, en el que sólo se modificaba el nombre propio. Una misma persona podía cobrar dos veces (como si fueran mellizos), tres veces (como trillizos)…

El estudio lo publicó Johan Schänble, profesor de antropología de la Universidad de Kiel, en “Estudios antropológicos en las colonias alemanas del Sur de España”.

Una de las conclusiones fue que los partos múltiples eran muy frecuentes por aquellos lares.

 

 

Psalmanazar, el formosiano.




A comienzos del siglo XVIII un misterioso extranjero cautivó a la alta sociedad londinense con sus fascinantes relatos de sacrificios humanos y canibalismo: decíase llamar George Psalmanazar, nativo de la lejana isla de Formosa. Formosa era un lugar exótico, y pocos podían ubicarlo en un mapa. Hoy en día lo conocemos como Taiwán, una isla en el mar de China. 
El imaginativo joven les contó que durante un festival religioso de 9 días de duración, se sacrificaba a 2.000 jóvenes al día sacándoles el corazón y quemándolos en un altar. Cuando alguien le apuntó que con un ritmo de sacrificios tan alto, la isla de Formosa pronto quedaría despoblada, Psalmanazar explicó que sus compatriotas eran polígamos y que los primogénitos estaban exentos del sacrificio. La esperanza de vida en la isla, afirmó también, era de 120 años. Su propio abuelo había vivido 117 permaneciendo tan vigoroso como un jóven, gracias a la costumbre local de chupar la sangre tibia de una víbora cada mañana.

Además Psalmanazar escribió un libro en 1704 con el título: “Una descripción histórica y geográfica de Formosa, territorio sujeto al Emperador del Japón“, que se convertiría en un best-seller. Sin embargo, Psalmanazar había cometido el primer error serio en el título del libro. Formosa era una provincia de China, no de Japón. El público al que tanto había deleitado le dio la espalda.

Los Tasaday.

 


En 1972, el gobierno de Filipinas anunció al mundo que había hecho un descubrimiento insólito: en unas islas al sur del país, en los bosques de Mindanao, había aparecido una tribu, los Tasaday, que nunca habían tenido contacto con el resto del mundo. No sólo los antropólogos se mostraron interesados por la tribu y fueron a visitarla, sino también periodistas, curiosos e incluso excursiones infantiles. Los tasaday eran veintiséis individuos que vivían en cuevas y se alimentaban de frutas y pequeños animales. No  realizaban actividades de la civilización como calcular el tiempo, los metales, el arte, las armas, o la domesticación. El gobierno de Ferdinand Marcos estableció en la región una reserva de 187 kilómetros cuadrados para protegerlos. En 1986, un mes después de la caída del gobernador, un periodista suizo, Oswald Iten, llegó hasta la tribu y se encontró con que las cuevas estaban desiertas y los llamados Tasaday vivían en cabañas, usaban cuchillos de metal y en lugar de las ropas hechas de hojas de orquídea vestían camisetas de colores. Los nativos contaron a este periodista que Marcos les había ofrecido dinero y armas a cambio de hacerse pasar por una tribu primitiva.

Las samoanas promiscuas.


La joven antropóloga Margaret Mead, en su primero trabajo de campo, con 25 años de edad, no tenía modo de entablar un diálogo directo con los samoanos puesto que ignoraba el idioma: sus ayudantes fueron dos jóvenes de aproximadamente su edad, Fa’apua’a Fa’amu y Fofoa. Llegó un momento que Fa’apua’a y Fofoa, como le habría ocurrido a cualquier joven de su edad, se sintieron molestas por las insistentes preguntas sobre sus actividades sexuales. Se acogieron a una costumbre local, según la cual da buena suerte engañar a un extraño, y empezaron a largarle todo tipo de historias fantásticas acerca de su vida sexual. Cuando Mead les preguntaba por la mañana dónde habían pasado la noche, Fofoa y Fa’apua’a le decían: “¡Hemos pasado la noche con chicos, sí, con chicos!”. Mead publicó estos datos en su libro, en 1928, Comin of age in Samoa (“Hacerse adulto en Samoa”), un éxito de ventas. Derek Freeman viajó a Samoa para corroborar las historias de Mead, y se encontró con que Fa’apua’a Fa’amu, de 86 años, aún vivía: según Freeman, la anciana admitió haber mentido a la antropóloga, y se mostró arrepentida por ello. De todas formas, aún sigue el debate, ya que también acusaron a Freeman de haber mentido. 

Un mito de hoy en día...



«En la comunidad española circulan, todo el tiempo, muchas leyendas sobre la migración china. Por ejemplo, piensan que "los chinos son inmortales", que "no hay tumbas de chinos en España"», anunciaba el «China Daily» de Pekín, principal periódico chino. En España casi no se registran defunciones chinas porque es una inmigración muy joven, con sólo un 1,7% de mayores de 65 años. Y cuando llegan a viejos, casi siempre optan por regresar a China.

Durante la Segunda Guerra Mundial, EEUU presentó a los japoneses como seres que comían pescado crudo. Los japoneses respondieron: en plena guerra, enviaron en paracaídas a los campamentos de soldados, discos de cantantes de moda. Trataban de despertar la empatía de los estadounidenses y acabar con su propia deshumanización que propagaban estos soldados. 

A veces, sólo el uso de la comunicación, el conocimiento, la empatía y el sentido común acaban contra los errores, falacias y mentiras sobre un "mundo diferente"... 
que no lo es tanto.



Fuentes:
Los años del miedo – Juan Eslava Galán
http://historiasdelahistoria.com/2010/06/16/ahora-ya-nadie-tiene-excusa/
http://usuarios.lycos.es/locoscongracia/disparate/mentira/fraudes.htm

"Errores, falacias y mentiras" Peter Villanueva Hering.

1 comentario:

hiniare dijo...

Genial la frase de Dan Quayle. ¿Qué hablan los latinos? Pues latín. Que se lo pregunten al lisensiado Séneca.
Las historias de patagones y amazonas tienen su encanto, pero habría mucho que contar sobre los mitos de hoy en día en este país multicultural donde los vecinos se ignoran.
h.